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Verde que te quiero verde

  • Foto del escritor: Cris Blasquiz
    Cris Blasquiz
  • 3 ago
  • 2 Min. de lectura

El verde es uno de los colores más presentes en la naturaleza, y no es casualidad que se haya convertido en una elección habitual en diseño de interiores. Aporta frescura, equilibrio y una conexión directa con el mundo natural. Pero además, tiene efectos positivos sobre nuestro bienestar físico y emocional, especialmente cuando lo usamos de forma consciente.


Desde la psicología del color, el verde se asocia con la calma, la armonía y la vitalidad. Es un tono que transmite equilibrio entre cuerpo y mente, y se percibe como un color reparador. Por eso es tan utilizado en espacios destinados al descanso, a la concentración o a la creatividad. Dependiendo de su tonalidad, puede llevarnos a lugares muy distintos: los verdes más suaves nos relajan, mientras que los más intensos o vibrantes estimulan y revitalizan.


Una de las mayores virtudes del verde es que se adapta con mucha naturalidad a distintos estilos decorativos. En interiores rústicos, acompaña la presencia de materiales como la madera o el lino. En estilos más contemporáneos o minimalistas, actúa como un acento fresco y sutil. También es muy común en espacios con influencia botánica, wabi-sabi o mediterránea, donde lo orgánico cobra protagonismo.


A nivel cromático, el verde tiene una capacidad única de integrarse en el entorno sin imponerse. Funciona muy bien con tonos neutros como el blanco roto, el beige o el gris claro, y también con materiales naturales como el barro, el mimbre o la piedra. Combinado con toques dorados o negro mate, puede adquirir un aire más elegante o sofisticado. Además, aplicado en textiles, plantas o revestimientos, aporta textura visual y sensorial sin sobrecargar.


En proyectos de biointeriorismo, el verde juega un papel esencial. No solo por su simbolismo natural, sino porque ayuda a reducir la fatiga visual y aporta una sensación de “respirar mejor” dentro de casa. Integrar tonos como verde salvia, verde oliva o verde musgo puede favorecer la relajación y la conexión con uno mismo, especialmente en zonas de estar o estudio. Y si sumamos plantas naturales, potenciamos aún más su efecto regenerador.

El verde no es solo un color para decorar. Es una herramienta para conectar con lo esencial, con lo vivo, con lo que nos equilibra.


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